miércoles, 7 de marzo de 2012

Año 1 Post-rotura

Ha pasado ya un año desde aquel fatídico 6 de marzo. Mi vida, sobre todo deportiva ha cambiado sustancialmente.

Ahora estoy yendo  todos los días al gimnasio para perder los kilos ganados en los largos meses de inactividad. Aun sigo teniendo ciertas ''molestias'' tanto en el tendón bueno como en el malo, lo de molestias es relativo, ya que la mayor parte de las veces es psicológico, no obstante precaución ante todo. La recuperación ha sido dura, pero ha tenido su recompensa.

En el momento de la lesión se me cerraron varias puertas de ofertas laborales, a pesar del desánimo lógico del principio, el dicho de que cuando se te cierra una puerta se te abre una ventana se hace real, ya que la semana pasada me ha llegado una oferta de preparador físico para las categorías inferiores del Celta, oportunidad que no puedo ni debo dejar pasar, aun con varios pros en contra ya que tengo que dejar a mis infantiles del Alerta y se me complican las vacaciones de Semana Santa, pero lo dicho es un tren que hay que coger si o si.

El máster toca a su fin, y gracias a él he iniciado este blog, un poco dejado de lado estos días, pero ya se sabe que hay que establecer prioridades y en estas semanas las prioridades eran otras, pero prometo tenerlo lo más actualizado posible.

Estos días seguiré con el relato de los hecho, que había quedado en el quirófano y son horas de ir despertando jajajaj

Un saludo

lunes, 13 de febrero de 2012

Llegó el día

Son las nueve de la mañana del 17 de marzo de 2011 y toca levantarse, preparase y rumbo al hospital. Desayuno ligerito, nervios en el estómago y mucha, mucha ansiedad.

Con todo listo, muletas incluídas, salimos de casa mi padre y yo, pasando a recoger a mi prima Eli, que sería la que me acompañaría durante toda la mañana.

Llegamos y rápidamente me subena mi habitación, la 123. Allí por suerte estoy solo, un poco más de intimidad y de tranquilidad. Me acomodo, meto la ropa en el armario, y dejo a mano las cosas que más voy a utilizar.

A los pocos minutos pasa la enfermara para darme ese maravilloso camisón, tomarme la tensión, la cuál entre nervios y la sal de la cena anterior está por las nubes, y cogerme una vía. Como ya os comenté anteriormente, las inyecciones y yo no nos llevamos muy bien, y si a eso le sumamos una enfermera poco hábil en esos menesteres, pues ya la tenemos montada. Cuatro pinchazos después y un ligero mareo ya tengo la vía tomada y estoy conectado al suero, que sería mi alimento hasta esa misma noche.

En un principio yo contaba con que la operación fuera a media mañana, pero me informan que no será antes de las cuatro de la tarde...maravilloso, a aguantarme los nervios unas horas más...

Las horas pasan entre charlas con mi prima, un poco de ordenador y leer algo. Durante ese tiempo llegan Sole y mi tía, que aprovechando la situación aprovechan para conocerse un poco mejor.

A las tres de la tarde sube el anestesista para unas preguntas de rigor y me comenta que la operación se va a retrasar un poquillo, con lo cuál la tensión aun debió subir un poco más.

Y como a todo cerdo le llega su San Martín, a mi me llegó la hora de pasar por el cuchillo. Llama la enfermera a la puerta, me hace sentar en una silla de ruedas y me conduce a mi particular ''matadero''. Lo que sentí en esos dos minutos que tardé en llegar a quirófano debe ser lo más parecido que hay a estar a punto de ser ejecutado.

Ahora viene lo peor, la epidural ...uffff que dolor! Pobres embarazadas, ya el hecho de que no te dejen ver la aguja es sinónimo de lo grande que debe ser... A los pocos segundos empiezo a perder la sensibilidad de cintura para abajo. No termino de encontrar una postura cómoda, a pesar de que el médico dice que estoy bien colocado, aun así me colocan un almohadón debajo de la cadera y me suben la dosis de oxígeno, con lo cual quedo atontado perdido y la hora y pico de la operación discurre fugazmente.

Mientras esperáis al relato del postoperatorio os dejo un interesante vídeo de como es una operación de Tendón de Aquiles.


martes, 7 de febrero de 2012

Las horas previas

Son las 7:00 del martes 16 de marzo y el despertador suena. Toca levantarse, asearse y en ayunas para el Concheiro a realizar el preoperatorio.

Por suerte al ser tan temprano aparco al ladito de la puerta. En recepción me hacen pasar a la sala de espera mientras preparan todo y la enfermera termina con su actual paciente. Es en esa sala dónde a los pocos minutos aparece Nacho acompañado de su madre, su operación es en un par de horas.

Mientras hablamos un ratillo entra la enfermera y me hace pasar, es hora de las pruebas. Me toman la tensión, me hacen un electro y como era inevitable un análisis de sangre. Se me olvidó mencionar mi pánico irracional a las inyecciones, lo cual provoca que evite cualquier tipo de contacto visual con la jeringuilla.

Después de pasar unos minutos de angustia ya hemos terminado, todo está en orden. Me despido no sin antes preguntarle a la enfermera algunas dudas de última hora. Esas preguntas eran más causa de los nervios que otra cosa, iba a ser mi primera vez en un quirófano...

El resto del día transcurre sin muchas novedades. Visitas a casa de mis dos abuelas para despedirme y esas cosillas. A pesar de que la intervención no tiene mayor riesgo, ya se sabe como son las abuelas que nunca están tranquilas. Por la noche a cenar con Sole a modo de ''despedida'' de mi vida normal, metiéndome un buen plato combiando de san jacobos entre pecho y espalda; creo que fue ahí fue donde me pasé un poco con la sal, y al día siguiente entre eso y los nervios tendría la tensión por las nubes.

Sole trataba de tranquilizarme, aparentemente lo estaba logrando, pero la procesión iba por dentro. Creo que pocas veces en mi vida tuve una sensación tan extraña entre miedo, angustia e intriga.

Me acuesto tempranito y sorprendentemente me quedo dormido rápido, quizás por la tensión acumulada durante el día. Esa sería la última noche que pasaría en mi habitación hasta nuevo aviso, ya que para evitar estar subiendo y bajando escaleras me instalaría en la de mi hermana en el piso de abajo de casa.

viernes, 3 de febrero de 2012

La confirmación

Llega el lunes con la incógnita de si me darán hoy los resultados oficiales de la ecografía del viernes.

El día discurre como otro cualquiera, por la mañana a la escuela de idiomas, comer en casa de la abuela, entrenamiento de los niños y luego quedo con Sole. Es precisamente cuando estando con ella recibo una llamada de un número desconocido. Atiendo al teléfono y me dicen que son de la mutua. Eran como las 20:15 y tenía pensado pasarme por el entrenamiento aún. Me preguntan si estaba por el centro y si podría pasarme por la clínica antes de las 20:30 que es cuando cierran, no me queda más remedio que decirle que si; dejo a Sole en casa a todo correr y para allá que me voy.

Estaciono el coche en la parada del Vitrasa y subo en el ascensor. Por mi cabeza pasa lo inevitable a pesar de que me lo quisiera seguir negando. Dentro de la mutua no hay nadie excpeto el señor mayor de gafas de recepción que me hace pasar directamente a la consulta. Ya dentro me atiende el Dr. Santín; sin mediar palabra me pregunta : ''¿qué haces mañana por la mañana?''. Ante tal pregunta me quedo unos segundos en blanco y respondo casi inconscientemente que nada. Su respuesta fue directa y concisa: '' Perfecto, mañana a las 7:30 estate en Concheiro para hacer el preoperatorio que te tenemos que operar el miécoles''.

Imagino que por lo sucedido el viernes mi reacción fue más bien de indiferencia. Acepte y asentí. Salí de allí como alma en pena. Me metí en el cochen y me dirigí al entrenamiento, no sin antes llamar a Sole y confirmarle mis sospechas. Una vez en Samil se lo conté a mis compañeros, aguantando malamente las lágrimas, a la vez que me enteraba de que a Nacho lo operaban al día siguiente.

Después de despedirme de mis compañeros me fui para casa, dónde se lo conté a mi padre, el cuál está curtido en mil batallas y de operaciones sabe un rato, de hecho el tuvo que dejar el fútbol como jugador a los 26 años por una lesión de rodilla. Me trató de animar y me explicó como iba a ser un poco todo el proceso.

No eran ni las 00:00 y ya estaba metido en cama, dándole vueltas a la cabeza, e intentando montarme una imagen mental de lo que se me venía encima. Todas mis previsiones se quedaron cortas.

miércoles, 1 de febrero de 2012

La tensa espera

Retomamos la cronología de los hechos después de la crónica de mi vuelta a los terrenos de juego.

Los días siguientes hasta la fecha de la ecografía se me hicieron interminables, y más aun gracias a mi capacidad para asustarme buscando información sobre la lesión en internet: vídeos, coemntarios,experiencias... vamos, una maravilla todo.



A pesar de todo ello, llega el viernes y me dirijo a la clínica con mis muletas y con toda la confianza del mundo después de la opinión del médico de la mutua.

Apenas pasan 15 minutos desde que estoy en la sala de espera y me hacen pasar. La consulta es pequeña y con una luz tenue. Dentro está el médico especialista y una enfermera que hace la veces de ayudante. Me tumbo en la camilla y me remango el pantalón del chándal. La crema conductora que me echan está fría, preludio de como me iba a quedar yo unos minutos después.

El doctor comienza la exploración y sin haber pasado ni un minuto ya tiene una decisión tomada. Llama a la enfermera y me ''utiliza'' de ejemplo y empieza a murmurar con ella y a comentarle su diagnóstico.

Me manda levantarme y me dice que ya le enviarán los resultado a los médicos de la mutua. A mi no me dicen nada, pero yo a pesar de saber lo que pasaba le pregunto que como estaba el tendón. Su respuesta fue: ''está roto y bien, además, se te está distendiendo cada vez más así que trata de apoyar lo menos posible, pero de todas formas ya te llamarán y te dirán algo más concretos los de la mutua''. Palidez y sudores fríos, esa fue mi respuesta ante las palabras del doctor. Me marché como alma en pena, un zombi caminando con muletas.

Llegué al coche y ahí romopí a llorar. No podía dar crédito a lo que me estaba sucediendo. Me dirigí a entrenar a los niños. Nada más entrar en el campo me preguntó el Vicepresidente que qué me habían dicho, y mi cara debió ser tal elocuente que él mismo se contestó. Tiré la muletas al suelo en un gesto de rabia y estuve todo el entrenamiento caminando encima del pie malo. Ya me daba todo igual.

Esa misma semana, el domingo, nos jugábamos gran parte del ascenso en Salvatierra, ante un rival directo. El resultado fue de 1-1, rompiéndose así nuestra racha de once victorias seguidas, aunque no obstante dimos por bueno ese resultado. Pero para colmo en el partido Nacho sufre una caída en mala postura y se lesiona, diagnóstico rotura del ligamento acromio-clavicular izquierdo, otra baja más para lo que resta de temporada.

Con esto se ponía punto y final a una semana negra, la cuál aun desconocía que sería la última de muchas dónde haría vida normal.

martes, 31 de enero de 2012

Y el día llegó

Han pasado 329 días desde aquel fatídico 6 de marzo. Tiempo que echando la vista atrás parece una eternidad, y aunque para mi lo fue, también fue un período más corto de lo que un principio todo el mundo planteaba.

Por eso, ayer 29 de febrero de 2102 volví a sentirme futbolista. Volví a saltar a un terreno de juego, y no precisamente uno cualquiera, ese campo fue Barreiro, un campo con tremendo arraigo en la familia, dónde mi padre y mi tío pasaron gran parte de su carrera deportiva defendiendo los colores del Gran Peña.

Ya desde las horas previas al partido me volví a reencontrar con sensaciones que parecían olvidadas. Levantándome a las 10:30 para desayunar, comiendo a las 13:00 algo ligerito y a la plancha. El camino hacia el campo. Las bromas de los compañeros. Entrar en el vestuario, cambiarme, ponerme las botas...

Corría el minuto 50 cuando el entrenador me mandó calentar, resultado ajustado de 0-1. Calenté con más intensidad que nunca, tratando de dejar los fantasmas del pasado de lado, pero parecía que estos se resistían a marchar. Empecé a ''sentir'' tirantez en ambos tendones, pero pensé para mi mismo: ''déjate de tonterías Marcos, todo está en tu cabeza''.

Y el momento llegó, Yago me llamó, me dio las pertinentes instrucciones y para dentro. Era el minuto 61, media hora por delante y el marcador seguía siendo una incertidumbre. Los escasos segundos que pasaron entre que se pidió el cambio y entré se me hicieron eternos, nervioso como si fuera mi primer partido.

De ahí al minuto 92 todo buenas sensaciones y alegrías, resultado final 0-4 y una sonrisa de oreja a oreja como un niño pequeño.

Miro a la banda y allí estaba ella, Sole, mi gran apoyo durante todos estos meses. Una de las grandes artífices de mi recuperación, mi motivación. Miro al cielo, me cuesta reprimir las lágrimas, al igual que ahora mientras escribo esto, porque se que desde algún lado estás tú ahí mamá, tú me cuidaste y me diste fuerza para conseguir todo lo que me proponga, y esto es sólo el principio, te lo prometo.

Después de esos 329 días vuelvo a hacer lo que más me gusta. Vuelvo a oler el verde de la hierba. Vuelvo a sudar un domingo. Vuelvo a ser YO.

viernes, 27 de enero de 2012

El día después

Lunes 7 de marzo de 2011

Después de pasar una mala noche y con bastante dolor me levanto y lo primero que hago es llamar al fisio del club para ver si tiene un hueco. A pesar de ser en el mismo día tengo suerte y la última hora de la mañana está disponible.

A pesar de la mala noche que he pasado puedo conducir sin demasiados problemas. Llego a la consulta con una ligera cojera, me tumbo, le explico la situación, me explora y su veredicto es rápido y concluyente: ''deberías hacerte una ecografía porque el pie no responde''.

Me explica que hay una maniobra llamada THOMPSON y ante la cuál, si no hay respuesta, el índice de rotura el muy alto. Salgo de la clínica e inmediatamente llamo al club para que me pidan cita con el médico de la mutua para poder salir de dudas cuanto antes; tengo cita para las 20:00.

Paso la tarde con Sole, las horas se me hacen eternas, aprovecho el tiempo para ver en internet información sobre la lesión...craso error.

Llega la hora de pasar consulta. Después de diez minutos en la sala de espera me hacen pasar. Me preguntan como sucedió todo y que sensaciones tenía; después de una pequeña exploración me preguntan si podía conducir, y le contesté que si, que tenía una ligera molestia pero que no me limitaba. Su respuesta fue: ''si estás caminando y aun por encima conduces eso no puede estar roto, de todos modos te vamos a dar cita para que el viernes te hagas una ecografía y salgamos de dudas. Trata de andar en muletas para no acrecentar la inflamación, ya que seguramente tengas una rotúra importante en el sóleo''.

Mi cara de satisfacción al salir era un poema, me marché encantado, echando cuentas de que al ser una rotura estaría tres o cuatro semanas como mucho de baja. Antes de ir para casa me pasé por la de los padrinos de mi hermana a pedirles prestadas unas muletas, diciéndoles que en un par de semanas ya se las podría devolver, otro error más...