lunes, 13 de febrero de 2012

Llegó el día

Son las nueve de la mañana del 17 de marzo de 2011 y toca levantarse, preparase y rumbo al hospital. Desayuno ligerito, nervios en el estómago y mucha, mucha ansiedad.

Con todo listo, muletas incluídas, salimos de casa mi padre y yo, pasando a recoger a mi prima Eli, que sería la que me acompañaría durante toda la mañana.

Llegamos y rápidamente me subena mi habitación, la 123. Allí por suerte estoy solo, un poco más de intimidad y de tranquilidad. Me acomodo, meto la ropa en el armario, y dejo a mano las cosas que más voy a utilizar.

A los pocos minutos pasa la enfermara para darme ese maravilloso camisón, tomarme la tensión, la cuál entre nervios y la sal de la cena anterior está por las nubes, y cogerme una vía. Como ya os comenté anteriormente, las inyecciones y yo no nos llevamos muy bien, y si a eso le sumamos una enfermera poco hábil en esos menesteres, pues ya la tenemos montada. Cuatro pinchazos después y un ligero mareo ya tengo la vía tomada y estoy conectado al suero, que sería mi alimento hasta esa misma noche.

En un principio yo contaba con que la operación fuera a media mañana, pero me informan que no será antes de las cuatro de la tarde...maravilloso, a aguantarme los nervios unas horas más...

Las horas pasan entre charlas con mi prima, un poco de ordenador y leer algo. Durante ese tiempo llegan Sole y mi tía, que aprovechando la situación aprovechan para conocerse un poco mejor.

A las tres de la tarde sube el anestesista para unas preguntas de rigor y me comenta que la operación se va a retrasar un poquillo, con lo cuál la tensión aun debió subir un poco más.

Y como a todo cerdo le llega su San Martín, a mi me llegó la hora de pasar por el cuchillo. Llama la enfermera a la puerta, me hace sentar en una silla de ruedas y me conduce a mi particular ''matadero''. Lo que sentí en esos dos minutos que tardé en llegar a quirófano debe ser lo más parecido que hay a estar a punto de ser ejecutado.

Ahora viene lo peor, la epidural ...uffff que dolor! Pobres embarazadas, ya el hecho de que no te dejen ver la aguja es sinónimo de lo grande que debe ser... A los pocos segundos empiezo a perder la sensibilidad de cintura para abajo. No termino de encontrar una postura cómoda, a pesar de que el médico dice que estoy bien colocado, aun así me colocan un almohadón debajo de la cadera y me suben la dosis de oxígeno, con lo cual quedo atontado perdido y la hora y pico de la operación discurre fugazmente.

Mientras esperáis al relato del postoperatorio os dejo un interesante vídeo de como es una operación de Tendón de Aquiles.


martes, 7 de febrero de 2012

Las horas previas

Son las 7:00 del martes 16 de marzo y el despertador suena. Toca levantarse, asearse y en ayunas para el Concheiro a realizar el preoperatorio.

Por suerte al ser tan temprano aparco al ladito de la puerta. En recepción me hacen pasar a la sala de espera mientras preparan todo y la enfermera termina con su actual paciente. Es en esa sala dónde a los pocos minutos aparece Nacho acompañado de su madre, su operación es en un par de horas.

Mientras hablamos un ratillo entra la enfermera y me hace pasar, es hora de las pruebas. Me toman la tensión, me hacen un electro y como era inevitable un análisis de sangre. Se me olvidó mencionar mi pánico irracional a las inyecciones, lo cual provoca que evite cualquier tipo de contacto visual con la jeringuilla.

Después de pasar unos minutos de angustia ya hemos terminado, todo está en orden. Me despido no sin antes preguntarle a la enfermera algunas dudas de última hora. Esas preguntas eran más causa de los nervios que otra cosa, iba a ser mi primera vez en un quirófano...

El resto del día transcurre sin muchas novedades. Visitas a casa de mis dos abuelas para despedirme y esas cosillas. A pesar de que la intervención no tiene mayor riesgo, ya se sabe como son las abuelas que nunca están tranquilas. Por la noche a cenar con Sole a modo de ''despedida'' de mi vida normal, metiéndome un buen plato combiando de san jacobos entre pecho y espalda; creo que fue ahí fue donde me pasé un poco con la sal, y al día siguiente entre eso y los nervios tendría la tensión por las nubes.

Sole trataba de tranquilizarme, aparentemente lo estaba logrando, pero la procesión iba por dentro. Creo que pocas veces en mi vida tuve una sensación tan extraña entre miedo, angustia e intriga.

Me acuesto tempranito y sorprendentemente me quedo dormido rápido, quizás por la tensión acumulada durante el día. Esa sería la última noche que pasaría en mi habitación hasta nuevo aviso, ya que para evitar estar subiendo y bajando escaleras me instalaría en la de mi hermana en el piso de abajo de casa.

viernes, 3 de febrero de 2012

La confirmación

Llega el lunes con la incógnita de si me darán hoy los resultados oficiales de la ecografía del viernes.

El día discurre como otro cualquiera, por la mañana a la escuela de idiomas, comer en casa de la abuela, entrenamiento de los niños y luego quedo con Sole. Es precisamente cuando estando con ella recibo una llamada de un número desconocido. Atiendo al teléfono y me dicen que son de la mutua. Eran como las 20:15 y tenía pensado pasarme por el entrenamiento aún. Me preguntan si estaba por el centro y si podría pasarme por la clínica antes de las 20:30 que es cuando cierran, no me queda más remedio que decirle que si; dejo a Sole en casa a todo correr y para allá que me voy.

Estaciono el coche en la parada del Vitrasa y subo en el ascensor. Por mi cabeza pasa lo inevitable a pesar de que me lo quisiera seguir negando. Dentro de la mutua no hay nadie excpeto el señor mayor de gafas de recepción que me hace pasar directamente a la consulta. Ya dentro me atiende el Dr. Santín; sin mediar palabra me pregunta : ''¿qué haces mañana por la mañana?''. Ante tal pregunta me quedo unos segundos en blanco y respondo casi inconscientemente que nada. Su respuesta fue directa y concisa: '' Perfecto, mañana a las 7:30 estate en Concheiro para hacer el preoperatorio que te tenemos que operar el miécoles''.

Imagino que por lo sucedido el viernes mi reacción fue más bien de indiferencia. Acepte y asentí. Salí de allí como alma en pena. Me metí en el cochen y me dirigí al entrenamiento, no sin antes llamar a Sole y confirmarle mis sospechas. Una vez en Samil se lo conté a mis compañeros, aguantando malamente las lágrimas, a la vez que me enteraba de que a Nacho lo operaban al día siguiente.

Después de despedirme de mis compañeros me fui para casa, dónde se lo conté a mi padre, el cuál está curtido en mil batallas y de operaciones sabe un rato, de hecho el tuvo que dejar el fútbol como jugador a los 26 años por una lesión de rodilla. Me trató de animar y me explicó como iba a ser un poco todo el proceso.

No eran ni las 00:00 y ya estaba metido en cama, dándole vueltas a la cabeza, e intentando montarme una imagen mental de lo que se me venía encima. Todas mis previsiones se quedaron cortas.

miércoles, 1 de febrero de 2012

La tensa espera

Retomamos la cronología de los hechos después de la crónica de mi vuelta a los terrenos de juego.

Los días siguientes hasta la fecha de la ecografía se me hicieron interminables, y más aun gracias a mi capacidad para asustarme buscando información sobre la lesión en internet: vídeos, coemntarios,experiencias... vamos, una maravilla todo.



A pesar de todo ello, llega el viernes y me dirijo a la clínica con mis muletas y con toda la confianza del mundo después de la opinión del médico de la mutua.

Apenas pasan 15 minutos desde que estoy en la sala de espera y me hacen pasar. La consulta es pequeña y con una luz tenue. Dentro está el médico especialista y una enfermera que hace la veces de ayudante. Me tumbo en la camilla y me remango el pantalón del chándal. La crema conductora que me echan está fría, preludio de como me iba a quedar yo unos minutos después.

El doctor comienza la exploración y sin haber pasado ni un minuto ya tiene una decisión tomada. Llama a la enfermera y me ''utiliza'' de ejemplo y empieza a murmurar con ella y a comentarle su diagnóstico.

Me manda levantarme y me dice que ya le enviarán los resultado a los médicos de la mutua. A mi no me dicen nada, pero yo a pesar de saber lo que pasaba le pregunto que como estaba el tendón. Su respuesta fue: ''está roto y bien, además, se te está distendiendo cada vez más así que trata de apoyar lo menos posible, pero de todas formas ya te llamarán y te dirán algo más concretos los de la mutua''. Palidez y sudores fríos, esa fue mi respuesta ante las palabras del doctor. Me marché como alma en pena, un zombi caminando con muletas.

Llegué al coche y ahí romopí a llorar. No podía dar crédito a lo que me estaba sucediendo. Me dirigí a entrenar a los niños. Nada más entrar en el campo me preguntó el Vicepresidente que qué me habían dicho, y mi cara debió ser tal elocuente que él mismo se contestó. Tiré la muletas al suelo en un gesto de rabia y estuve todo el entrenamiento caminando encima del pie malo. Ya me daba todo igual.

Esa misma semana, el domingo, nos jugábamos gran parte del ascenso en Salvatierra, ante un rival directo. El resultado fue de 1-1, rompiéndose así nuestra racha de once victorias seguidas, aunque no obstante dimos por bueno ese resultado. Pero para colmo en el partido Nacho sufre una caída en mala postura y se lesiona, diagnóstico rotura del ligamento acromio-clavicular izquierdo, otra baja más para lo que resta de temporada.

Con esto se ponía punto y final a una semana negra, la cuál aun desconocía que sería la última de muchas dónde haría vida normal.